LA ENCAMISADA

http://laencamisadadejordi.blogspot.com.es/ LA ENCAMISADA..."PASA REVISTA A LA HISTORIA".

viernes, 7 de junio de 2013

LAS CAMPANAS DE ALMANZOR.

LA MALDITA HUMEDAD. "Un Tercio de Relatos" (III).

No cesa de llover, las pocas alimañas que habitan por estas tierras huyen a las primeras gotas. Nosotros ni eso podemos.
El Fraile que nos acompaña se apresura a recoger los efectos de la misa que se había preparado, arrastrando los hábitos por el barro. El agua le recorre en hileras su extensa calva uniéndose en afluentes hasta la barbilla.
Las Caballerías buscan el poco resguardo que los arbustos les ofrecen, mientras yo y alguno de mis compañeros nos apresuramos a poner a salvo los barriles de pólvora, que atascados en el barro se embarrancan cuanto más los empujamos.

La humedad mata más que el Arcabuz, yo la he visto acabar con hombres que de mil formas se libraron en batalla de unirse con el creador. Por eso es conveniente alejarse de ella, y del matasanos que con sus ungüentos dice curarla. Una vez hizo que tragara las vísceras cocidas de no sé que animal, que a poco hubiera preferido recibir un tajo de vizcaína. Desde entonces procuro alejarme tanto de la maldita humedad como del quitamales
        Mojado de Chambergo y  Capa, busco una pira donde escapar de ellos.

Esa noche parece que volvemos a salir...


VERANO DE 997

Santiago de Compostela humeante. La ciudad arrasada. Una de las perlas de la Cristiandad había sido usurpada por las razias de Almanzor "El Victorioso".
Desde el año 978 al 1001, sus huestes habían sembrado el terror en toda la península lanzando devastadoras campañas. Durante más de veinte años el Caudillo Moro golpeó con fuerza los muros cristianos, pero su destino mas ansiado sería Santiago de Compostela, una de las tres ciudades santas de la Cristiandad junto con Jerusalén y Roma. 

Desde su feudo en Córdoba comenzaría una serie de cruzadas que le llevarían hasta la ciudad de Oporto, y desde allí alcanzando el Miño, destruiría a su paso la ciudad de Tui, y el Castillo de San Payo. Ya quedaba poco...
Nada parecía entorpecer su llegada hasta Santiago, ni las escasas tropas del Rey Leonés Bermundo II pudieron frenarle en su triunfal viaje. En Padrón, quemaron y destruyeron la iglesia de Santiago "que para los cristianos seguía en importancia a la que encierra el Sepulcro".
La gente comenzó a tomar a estos ejércitos como verdaderos enviados del infierno, es más, la cercanía del año 1000 hizo que muchos pensaran que estos brutales ataques formaban parte del Apocalipsis.
Así, el 10 de Agosto el temible ejército de Almazor llegó a la Ciudad Jacobea, que prácticamente había sido abandonada por sus pobladores. Sin resistencia saquearon, quemaron y destruyeron sus monumentos, iglesias y murallas. Con una excepción, el sepulcro del Apóstol quedó a salvo. Almanzor ordenó poner guardia para protegerlo, no sin antes abrevar su caballo en la pila de agua bendita. 

LAS CAMPANAS DE SANTIAGO

        Siguiendo la ruta que les llevaría a Santiago de Compostela, los soldados de Almanzor iban recogiendo como botín de guerra todas las campanas de las iglesias cristianas que a su paso desvalijaban y quemaban. No serían una excepción las campanas de la pequeña Basílica de Santiago, la cuales arrancaron de su espadaña.
Según la leyenda, todas ellas fueron cargadas por esclavos cristianos desde Santiago hasta Córdoba. Hay que pensar en el valor material del bronce y por supuesto en su valor simbólico.

Una vez en la ciudad califal, las Campanas Compostelanas se destinaron a  iluminar la Mezquita de manera que  dadas la vuelta y montadas sobre trípodes, fueron llenadas de aceite. De esta manera las campanas que habían honrado y glorificado a uno de los Apóstoles de Jesucristo, se encontraban ahora alumbrando la mayor mezquita que jamás se viera en occidente. El resto de las campanas ocupadas en tierras cristianas, fueron fundidas haciéndose con ellas puertas para la Mezquita.
Por azar del destino el sonido de las campanas quedó enmudecido y ahogado por el aceite andalusíDurante más de dos siglos y medio, el bronce de las campanas dio luz y entrada al santuario musulmán ajenas a su destino final, nuevamente la tumba del Apóstol. 
Tras la reconquista de la ciudad de Córdoba por parte del Rey Fernando III El Santo, en un intento de recompensar el expolio de la Catedral de Santiago, se ordenó fundir unas magníficas campanas utilizando el bronce de las puertas de la Mezquita y de las campanas reconvertidas en lámparas. Así iniciaban nuevamente su regreso hacia la tumba del Apóstol, esta vez serían esclavos musulmanes los que cargarían con tal pesada y azarosa carga hasta la que sería su definitiva morada.
Pero aquí no acaba su destino. Nuevamente y con motivo de la edificación en el siglo XVI de la torre barroca conocida hoy como  "del reloj", se dispuso fabricar una grandiosa campana para ser instalada en dicha torre. Otra vez el bronce de las once campanas  Cordobesas fueron desmembradas y fundidas en lo que sería la actual "Campana Berenguela", la cual podemos ver hoy en día instalada sobre unos pedestales en el claustro de la catedral.


Ya ven, campana sobre campana, y sobre campana Una...










Camisa y pañuelo, debajo, hombres de barro. Bien regados de vino para mitigar frío y hambre.
Antorchas apagadas prestas a sabotear la poca pólvora que el agua no haya malogrado.
Al poco todo se ilumina y con el resplandor, las caras embarradas asustan más que las explosiones. Ellos corren, ¡Malditos Españoles!.
Nuestras espectrales figuras rebanan cuanto a su paso se cruza.
Ojos que levitan en la oscuridad, mortajas de lodo, y la maldita humedad.

...a mis compañeros del grupo "Roses 1991", con los que tantas cosas compartí. Me alegro de veros.
J. Hervás Gómez-Calcerrada.